LA DORADA RAZÓN

Nuestros orígenes

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Esta es la historia que comienza con tres vulgares habitantes de la estepa admirando un bidón fermentador y termina con montones de litros de cerveza cristalina inundándolo todo. Como resulta un poco difícil de creer hará falta aclarar que nos ayudó una mona espacial. Pasó mas o menos asi:

La Mona se cansó. Había estado leyendo a Darwin últimamente hasta que un día se irritó tanto que cogió sus cosas y se lanzó a viajar por el mundo a conocer, buscaba algo que demostrara que un ser tan excepcional como ella no podía pertenecer a un estadio evolutivo anterior al de los hombres.

Una mañana la vimos llegar prácticamente con el mismo gesto con el que la habíamos visto marcharse. No había obtenido respuestas. Normalmente en estos casos para la mayor parte de los seres normales y corrientes esto significa  rendirse y aceptar que las cosas son como son. Ella sin embargo estaba bastante lejos de lo que se conoce habitualmente como “un ser corriente”, y decidió que encontraría respuestas más allá de este mundo, en el espacio exterior.

Así que se marchó de nuevo y esta vez con más convicción que en la primera, salvo en un aspecto. Había descubierto en sus viajes un líquido delicioso de color ámbar que si lo bebías te calmaba la sed y otros males más complejos, y que por desgracia era patrimonio de los hombres.

Pero La Mona, que siempre le tiene que dar una vuelta más a las cosas, pensó en dar una lección de humildad a la especie humana a través de la cerveza: si ella conseguía elaborar su propia marca y hacer una cerveza sencilla y deliciosa, entonces ese tal Darwin tendría que cerrar su valiente boca y asumir que a veces las cosas no son tan claras como uno las ve.

La tarde que su nave desapareció en un surco llameante pintado por el cielo, nos había dejado una misión: para cuando vuelva, tened preparado un buen contexto de marketing, una web, contactad bares, cread una imagen. Yo traeré la cerveza. Confiad.

Y confiamos. Preparamos durante horas y días y meses todo el dispositivo que se nos había indicado, lidiando con problemas burocráticos, logísticos y en ocasiones psicológicos, quizás meras flaquezas de humano que los hermanos primates no comparten. Al cabo de un tiempo, la respuesta llegó como un destello de luz solar en forma refrescante y dorada. Litros y litros de cerveza exquisita inundaron todas nuestras actividades y con ellos pudimos regar cientos de gargantas de por aquí.

Y de momento así seguimos, esto acaba de empezar. Así estamos, aquí nosotros, allí ella, viniendo de vez en cuando, trayendo un éter espacial que no se conoce en la tierra. Y nosotros, tres paletos de la vieja estepa castellana, siguiendo los designios de una mona inconformista, esperamos seguir así.

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